Por: Jorge Luís Peña Reyes.
Cuando se construyó la primera casa en el puerto, Agapito Pi ya estaba dentro…Así comienza el último libro de David Lobera Hechavarria, El Paraíso contado: un volumen que sorprende en tanto la fabulación invade la plenitud de sus páginas.
La poética de David convierte el discurso en una polisémica pieza narrativa. Sustentado en cuarenta y tres viñetas, el volumen recorre magistralmente una isla imaginaria en el que sus personajes son ciertos y absurdos en sus preocupaciones existenciales.
La fiebre de irracionalidad filtra esto que pudiera ser una novela inconexa o construida con el propósito de que el lector establezca vínculos a su antojo.
Personajes como Alpidio Remedios, Baldoquino, Juan Catalicio, Oropéndula, Jimenea y otros, son muchas veces reconocidos como aquellos marginados, parte del entorno puertopadrense.
Todo ello enriquece y recrea un paraíso nada perfecto, pero extendido en la misticidad de los mundos.
A decir de su editor, Alberto Garrido, El Paraíso contado, deja descubrir en una segunda lectura la secreta verdad de nuestros pueblos.
Con marcada influencia de los maestros de la narrativa breve latinoamericana, David Lobera (Puerto Padre, 1945) brinda una pieza diferente a su obra anterior. El humor y sus códigos poéticos bien distribuidos, logran amenidad y sugieren diversas lecturas al lector.
Sobresale su acertado pincel literario en un lienzo inepocal y altamente expresivo.
Uno puede encontrar cuánto quiere, en este paraíso en el que nada se prohíbe.
En contrate al Edén del relato bíblico, estos primeros pobladores del puerto padecen una locura inexplicablemente cuerda, un contagio que apunta a nosotros.
Cuando se construyó la primera casa en el puerto, Agapito Pi ya estaba dentro…Así comienza el último libro de David Lobera Hechavarria, El Paraíso contado: un volumen que sorprende en tanto la fabulación invade la plenitud de sus páginas.
La poética de David convierte el discurso en una polisémica pieza narrativa. Sustentado en cuarenta y tres viñetas, el volumen recorre magistralmente una isla imaginaria en el que sus personajes son ciertos y absurdos en sus preocupaciones existenciales.
La fiebre de irracionalidad filtra esto que pudiera ser una novela inconexa o construida con el propósito de que el lector establezca vínculos a su antojo.
Personajes como Alpidio Remedios, Baldoquino, Juan Catalicio, Oropéndula, Jimenea y otros, son muchas veces reconocidos como aquellos marginados, parte del entorno puertopadrense.
Todo ello enriquece y recrea un paraíso nada perfecto, pero extendido en la misticidad de los mundos.
A decir de su editor, Alberto Garrido, El Paraíso contado, deja descubrir en una segunda lectura la secreta verdad de nuestros pueblos.
Con marcada influencia de los maestros de la narrativa breve latinoamericana, David Lobera (Puerto Padre, 1945) brinda una pieza diferente a su obra anterior. El humor y sus códigos poéticos bien distribuidos, logran amenidad y sugieren diversas lecturas al lector.
Sobresale su acertado pincel literario en un lienzo inepocal y altamente expresivo.
Uno puede encontrar cuánto quiere, en este paraíso en el que nada se prohíbe.
En contrate al Edén del relato bíblico, estos primeros pobladores del puerto padecen una locura inexplicablemente cuerda, un contagio que apunta a nosotros.